"los programas de sus dos gobiernos devolvieron a “mis niños” de la periferia la voluntad de estudiar y convertirse en “doctor”."
 

Río de Janeiro, 9/4/2018 

Querido Presidente (¡nada de ex!) Lula,

Soy profesora de lengua portuguesa y, desde 1986, vengo construyendo mi carrera profesional trabajando con adolescentes de escuelas privadas y públicas de Río de Janeiro. Hoy, jubilada de la enseñanza básica, soy profesora de la UERJ, donde trabajo formando nuevos profesores.

¿Por qué comienzo hablando de mi vida profesional? Porque fue ella la que me salvó de ser una alienada, sin posición política, sin comprender lo que es verdaderamente la justicia social. Trabajando en escuelas públicas de la periferia de la ciudad, pude constatar la diferencia que las acciones afirmativas implementadas y ampliadas en sus gobiernos cambiaron la vida de varios de mis alumnos.

En 2005, cuando fui a trabajar a Pedra de Guaratiba, al principio no observaba en mis alumnos las ganas de seguir sus estudios, muchos no ambicionaban ni siquiera la enseñanza media. Ya sea por necesidad familiar, o por el deseo de tener su propio dinero, se contentaban con ser cobradores en las combis de transporte, o cadetes en supermercado. Aquí hago una pausa para dejar claro que no estoy siendo elitista, ni prejuiciosa, pues cualquier actividad remunerada honesta es digna y merece respeto. Sin embargo, estaba tratando con jóvenes estudiantes y los comparaba con los de las escuelas privadas, que ya a los 15 años deseaban "conquistar el mundo" a través de sus estudios. ¿Por qué los de las escuelas públicas no se sentían así? No necesito detallar los motivos que Usted conoce tan bien.

Pues bien, los programas de sus dos gobiernos, después mantenidos por la Presidenta Dilma, devolvieron (o desarrollaron) a “mis niños”; de la periferia la voluntad de estudiar y convertirse en “doctor”, es decir, de seguir adelante en su formación escolar, siendo muchos de ellos, si no todos, los primeros de la familia en ir a cursar a uma universidad. 

Quiero decirle, Lula, que, a partir de entonces, el cuadro de comodidad, de aceptación del status quo, fue cambiando poco a poco y, en cada clase, en cada debate sobre diferentes contextos lingüísticos y sociales, en cada enseñanza sobre el uso adecuado de la lengua y sobre cómo ese conocimiento empodera, pude ver brillar la pupila de los ojos de cada uno. Aquella opacidad que antes existía fue desapareciendo, pues yo siempre les mostraba que, ahora, más que posible, era probable realizar el sueño de hacer un curso técnico en una escuela pública de calidad o aprobar el examen de ingreso a una universidad, e incluso, una pública y gratuita de excelencia. No, yo y muchos de mis colegas que tenían la misma práctica profesional que yo no conseguimos que todos transformaran sueños en proyectos de vida, pero, como siempre dije, si logro que uno siga adelante, toda mi carrera ya habrá valido la pena.

Lula, nuestro sueño, o mejor, el proyecto de un Brasil más igual, más plural, sin hambre, sin niños fuera de las escuelas, no acabó. Acaba de sufrir un revés, pero eso sólo nos da más voluntad de seguir adelante creyendo que ese deber es nuestro, está en nuestras manos y debemos honrarlo todos los días al despertar. El proyecto de hacer que los jóvenes continúen creyendo en sí mismos, conscientes de que solamente la educación de calidad (los) libera, sigue vivo, y ahora veo ese mismo brillo en los ojos de mis alumnos universitarios, del Profesorado en Letras de la Uerj.

Con mi respeto, cariño y admiración, aquí me despido.

Un beso y un fuerte abrazo,

Profesora jubilada de la Red Municipal de Río de Janeiro

Profesora de Lengua Portuguesa de la FFP / UERJ


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